Día a día nos desplazamos en espacios cortos, es decir, en lugares -generalmente- cercanos a nuestro hogar. No sabemos dónde estaremos mañana, puede que donde mismo, puede que a 400 kilómetros, puede que ni siquiera existamos. Que no tengamos más que un lugar fijo para todo lo que quedará de nosotros hasta que nos convirtamos en polvo y por alguna razón no seamos más que otro microorganismo del planeta que algún día fue una persona que pensaba y sentía. El futuro es incierto y por muchas historias que afirmen existir nadie ni nada sabrá que será de nosotros mañana. Estamos acostumbrados a planear nuestra vida, o, incluso, el día de mañana: Qué haremos, con quién pasaremos la mayor parte del tiempo, qué comeremos y dónde... Muchas veces estos planes se cumplen pero, otras, no ocurren ni por asomo como esperábamos que sucediera. Esto lleva a continuas preguntas: "Por qué estoy aquí", "Dónde estaré mañana", "Qué será de mí en aquella ciudad a la que me mudaré". Sobretodo, el último ejemplo se puede dramatizar y pensar que durante el viaje de la mudanza ocurra un accidente y ni lleguemos a nuestro lugar de destino. Todo gracias a nuestra gran enemiga, la muerte. Solo podemos saber algo, 10 de cada 10 personas mueren, algunas viven más, otras menos; algunas viven bien, otras mal...
Estoy casi seguro de que muy pocas en esta vida pueden ser seguras al 100%, algún día moriremos, algún día lloraremos -de pequeños por lo menos-...
Por otra parte, algunas personas creen en el destino, que desde que vivimos tenemos predefinido nuestro futuro y lo que pasará a lo largo de nuestras vidas y que eso no cambiará por mucho que queramos, sinceramente, dudo que exista el destino. Esta teoría es fruto de la imaginación, solo existe el azar, el margen de probabilidades es casi infinito, sobre todo en el transcurso de la vida, cualquier cosa nos puede influir y hacer tomar una decisión u otra, también pasa con la interacción con los demás seres humanos y el resto del mundo, solo hay una predisposición en origen, como la posibilidad de tener una enfermedad a través de la genética, que escojamos un deporte u otro para practicar. ¿Qué hubiera pasado si a Nadal le hubiera dado por jugar al fútbol y no al tenis?, no sería famoso y dudo que tan bueno como es considerado por jugar a dicho deporte.
En definitiva, un día estamos aquí de cierta manera y otro día estamos allá de otra distinta.
2 comentarios:
tal vez ya te lo habían dicho pero bueno , tienes una habilidad para escribir,yo escribo pero no como un diario de vida ,algo mas de lo que pienso sobre lo que me pasa a esta edad y creo que es increíble la manera de como sacas las conclusiones y eso adiós
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