Es increíble la capacidad de reacción que tiene una palabra y más en conjunto. Un te quiero te puede hacer feliz, un deberíamos dejarlo te mata por dentro, un no sé hace que le des miles de vueltas. Todas estas palabras tienen un grado y una consecuencia dependiendo de la persona que las pronuncie o escriba. Todo era tan perfecto, cuando las primeras palabras eran las únicas que cabían en su boca, ahora la duda corrompe y trae consigo los otros dos conjuntos de palabras. Te preguntas cómo será tu día a día sin ella, sin sus conversaciones desde que te levantas hasta que te acuestas, los besos, las cogidas de mano, los abrazos y los te quiero. Todo era increíblemente increíble, el más mínimo detalle parecía enorme, y, como por arte de magia, pasan a ser dudas y dudas. Qué elegirá, me querrá, no me querrá... Solo queda rezar, a quién, no sabemos, pero el simple hecho de pedir algo nos mantiene con la esperanza de recuperar lo que fue nuestro y tanto nos gustaba. A ella.
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